El desenlace del seguimiento del discípulo amado a la luz de Jn 21,20-24
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Después de haber tratado el tema del desenlace del discipulado de Simón Pedro a la luz de Jn 21,15-19 en anterior artículo, quedaba pendiente realizar lo propio con respecto al personaje del discípulo amado. La primera sección del epílogo del evangelio (Jn 21,1-14), asocia, en efecto, estas dos figuras que interactúan en sinergia para reconocer al Resucitado en su tercera manifestación. Y la finalidad de dicha manifestación consiste en proveer a las necesidades de la comunidad de discípulos en medio de los desafíos inéditos del tiempo post-pascual. El presente artículo desarrolla la especificidad del seguimiento del discípulo amado (Jn 21,20-24) que, junto con el de Pedro, constituirá parte fundamental de esa provisión necesaria para la vida y misión de la naciente Iglesia. Aquí indagaremos, pues, lo que “vio” Pedro con mirar penetrante e intuitivo (Jn 21,20) en el discípulo amado, su sentido y el rol que juega en beneficio de su propio discipulado y del resto de los discípulos que le han sido confiados.