El Uniatismo y el problema uniata
Contenido principal del artículo
El uniatismo reapareció con fuerza con el resurgimiento de las Iglesias orientales unidas a Roma en Europa del Centro y del Este, entre 1989 y 1991, en los países satélites que habían pertenecido al bloque soviético durante varias décadas de aislamiento. Tras la caída del comunismo se produjo el renacimiento de las Iglesias greco-católicas que habían sobrevivido en la clandestinidad. Esto fue visto por Moscú como un obstáculo para proseguir con el diálogo ecuménico y la cuestión del uniatismo tuvo que atenderse en Balamand (1993). Roma, por su parte, no quería renunciar a una porción de su feligresía, ni iba a sacrificar unas comunidades en Europa y en Oriente que, pese al martirio sufrido, tienen tras de sí una larga trayectoria de fidelidad a la Unidad, y son portadoras de unas tradiciones orientales que han dejado su huella en las sociedades donde viven y se desarrollan. En Balamand se avanzó, pero el uniatismo no quedó totalmente resuelto, por lo que Moscú insta a Roma a reabrir la cuestión y resolverla por fin para seguir adelante con el diálogo de la verdad y la caridad.